Voy a contarte una lección que aprendí de pequeño y que me ha traído más problemas que alegrías.
A mis 9 años me ofrecieron participar en una procesión de semana santa de un pueblecito costero.
Era un crio.
No sabía lo que me estaban proponiendo.
Y dije que NO.
Se lo ofrecieron a unas niñas más mayores.
Es misma tarde estábamos viendo la procesión
y mi sorpresa fue cuando vi a las otras niñas
a las que se lo habían ofrecido.
La envidia y rabia empezó a crecer.
¿¿Lo que me ofrecieron y después había rechazado porque no lo entendí..
…era ir disfrazado por la calle sin ser carnaval…
… pasármelo en grande con otros niños…. ??
Jolín, al menos ya que me tocaba ir si o si a un sitio SUPERABURRIDO
para un niño de 9 años…
Que menos que ir disfrazado y haciendo el tonto,
mientras paseaba por las calles del pueblo
Ese día me enfadé.
mucho.
mi madre me dijo que no me podía enfadar
porque me lo habían propuesto y dije que no.
Desde ese día nunca más dije que no…
ERROR.
Decir no, es poner limites.
Y poner limites es necesario.
Los limites no te convierten en mala persona
Los limites te protegen.
Si te cuesta poner limites, tengo algo que podría interesarte.
Es una lista donde todos los días envío un correo a las 19:19 hora española
Puede que aprendas algo.
Puede que aprendas a poner limites.
Puede que no aprendas nada y quieras irte para no volver.
Pues por poder también puedes.
En la cajita de abajo te unes.
PD: es importante repasar tu infancia y lo que aprendiste durante esa etapa. No todo lo que aprendemos esta bien.
Un abrazo,
Cristian M. Piñol